Domingo milonguero sin cortes. Te bailás un lento ardiente y
de pronto se te viene un picadito . Y
cómo te arruina la noche que esté una de tus tentaciones . Si no está ninguno,
bailás con todos los que se te animan sin esquivarle a ningún cabeceo pero,
cuando bajo el mismo techo está
uno que te mueve la pista, te lo quedás como
esperando y se te va la noche...
Se va la vida.
Y él bailó toda pero toda la noche con una rubia blanca – poseedora de las mas bellas piernas que una haya visto , de vestido anaranjado y escote pronunciado en
la espalda que dejaba entrever el bordecito de su vedettina color salmón .
En una de esas lo miré y me sonrió contento mientras el brazo de ella se le
posaba como diciendo “ es mío este cuello”.
Me la pasé entre dos chinas que hablaban entre sí - y conmigo en el medio y encima no querían
ponerse una al lado de la otra. Por qué?!. Y qué tanto hablaban?!; qué feito es querés chusmear y no entender!. . Iban por la
tercera Brahma y cada gesto alegre lo acompañaban confianzudas
con golpecitos sobre mi muslo . Poco baile y frente a la espera del abrazo deseado que no llega, hay que
agarrar lo que venga. Sobretodo porque
sin verte la cara sentís cómo te vas transformando de una manera!. Hundida, te dan ganas de llorar, hacer
estallar la botella de cerveza
hacia el medio de la pista para cubrirte rápidamente con el mantelito de la
mesa y echar a correr. Pero , otra vez
la cobardía y a respirar hondo nomás. Me decidí a ignorarlo y me clavé una contundente y bien falsa sonrisa
para que se me acerque algún otro, cualquiera, no importa. Y, de pronto bailé sin parar tres tangos con cada uno: un
italiano, un porteño acordobesado que vive en Río Cuarto y por último un salteño que me
hacía hacer unos ganchos terribles aún sin espacio y una lanzando tacos por doquier...
Volver a sentarme, arrancar la forzosa sonrisa de morondanga y disponerse sin vueltas a ser. A escuchar la mas linda sucesión de tangos y volver a relojear si sigue bailando con la de anaranjado. Efectivamente y pasaban sonidos entradores mientras abrazando una distancia y un par de ausencias me sentí demasiado blanda para estar en una silla dura. Es que a veces en la milonga quisiera una cucha donde apoltronarme en posición fetal a remorderme los labios y a dejarme estar. . Y no faltaba más frente a este panorama, que una
tandita de De Caro y en “Corre corre Barcarola…” me puse práctica ;me saqué los zapatos y di terminada la noche. Peor
es quedarse hasta el final y ver al muchacho que te gusta esperar a otra para
irse juntos al albergue de la vuelta.
Y me fui. Subí
la escalerita y me puse contenta de no ver la luz del día todavía. Caminé un
par de cuadras. Me sentía mejor bajo los árboles. Y, sentí un chistido que asocié para otra dama. De pronto, lo tenía al lado mío al
morocho que anduvo toda la noche con la
rubia. Qué hacía ahí?, acá?!. Una se imaginó
todo y mas que eso, los viste desnudos abrazados a una corriente de tangos. Y luego que se fueron tomados de la mano , que entraron sigilosos al localcito rojizo, que rápido abrieron la habitación del fondo, que ella
le desprendió suavemente los botoncitos de la camisa, que él le pasó la lengua
por el lóbulo de la oreja al mismo tiempo que le rompía el costadito de encaje de la vedettina…Y me sentía rara, resentida. Lo tenía junto a mi y qué ganas de apretar mi pecho junto al suyo y que sonara
"Al compás de un corazón". Estaba desorientada. Pero por qué también estaba como ofendida, celosa?. “Seguro que él
tenía toda la intención de irse con ella
pero, como ella lo rechazó, se acordó
que tiene otra que anda muerta y...”- pensaba mientras nos miramos fijamente
a los ojos.
Te puedo acompañar?
Gracias pero estoy cansada
Podemos descansar juntos
No creo
Bailaste mucho?
Uff!, no sabés! ( bien sabrás si pispeás, que en la silla quedó la marca de mi trasero).
(Y, me tomé un taxi sintiéndome tan boba...Se me vino el sol encima y me vi una adolescente patética y algo desencajada).