No es que con frecuencia abunde - en mi caso, ,ese estado de conexión tan sensible como intensa en un abrazo con un otro.
Sin embargo, esa esquina es encuentro para volar con varios.
Venía de reiteradas noches en milongas por la zona de Palermo y Villa Crespo , de prolijidades varias ,de abrazos distantes.
Y, medio que se me estaba escurriendo ese tango íntimo y verdadero ( hasta anoche).
No cruzamos un dato - y había tanta historia ...tanta alma intercambiada en ese abrazo.
Bailé hasta la tanda de milongas a la que me suelo resistir. Bailé como si fuera el Último Tango y hasta pude ver París.
La densidad del ambiente que caldeaba, provocaba el roce inevitablemente ardiente y, entre el sonido de sus ojotas contra el piso y un mar de gente, me acomodé desnuda, vulnerable y me descubrí pisando fuerte.
Luego el desapego y hasta la misma muerte. El duelo de saberte ya lejano y mi huida necesaria...
(Las ganas de ir corriendo hacia la cama y de llorar estampando la carucha contra la almohada).
No hay comentarios:
Publicar un comentario