Como dos nada extraños...

miércoles, 23 de septiembre de 2009

Niña Bien

Con “el gatito” nos conocimos un jueves de Niño Bien. No estaba tan de buena gana esa noche: puerteaba mientras mis altos deseos de abrazar a algún que otro se me destrozaban ante el recorrido – tristísimo recorrido- que mis ojos hacían alrededor de cada mesa lustrosa. 

 Al final, con menor producción suelo tener mas éxito- pensaba mientras se me venía la previa milonguera entre depilación y manicura.  Y me fui a yirar por lo oscurito comiendo la manzana verde que suele esperar en la cartera con olor a zapato, buscando parada del 29 que nunca encontré. Le pegué por la Humberto derechito y en eso se me acerca este cachivache que parece ser me siguió de la milonga. Al principio una se hace la recia y como que tenés que demorar el saludo o la sonrisita por no se qué dictamen de decencia. Al rato andábamos a los besos desenfadados en la puerta de su edificio. Yo?, estampada en una pared de piedrecitas que se incrustaban pinchándome la espalda, él apoyándome a mas no poder en medio de un vaivén feroz. Tomados de la mano  ( o no tomados) sino que  re contra agarrados de las manos que se estrujaban, nuestros códigos de milongueros andaban pisoteados cual pucho achatado sobre vereda. Mi amante amagaba con sacar las llaves del bolsillo mientras murmuraba: “subamos, subamos” (también mientras se toqueteaba su pene duro de manera que pudiera acomodar mis caderas encastrándome entre su triángulo sexual). Basta!, pará !- le grité separando sus labios de los míos ( no me disgustaba el muchacho pero tampoco es que me perdía), luego me tenté y entre risas le pregunté su nombre: - me dicen gato, - ah (silencio). Sonreí, divisé un taxi, le hice seña al tachero, lo miré a los ojos al muchacho que estaba desconcertado, le di un besito dulce en la mejilla (bueeno, mejilla - boca) y le dije “me voy”. Lo volví a ver el martes en "Porteño". Ni se acercó; con cabeceo mediante nos encontramos en medio de la pista y, entre "Pocas palabras" bailamos una tanda entera. Estábamos en la nuestra cuando arremetió una cortinita musical tan chistina que me sirvió para soltarlo de una e irme al baño a lavarme las manos transpiradas para no dejar mojado al próximo.  No se por qué transpiro tanto las manos; perdón muchachos; me da vergüenza. 

 Fotografía: Ricardo Gona 

3 comentarios:

  1. cómo se baila así de "lejitos", cómo se calientan así de cerquita..

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  2. ay atorranta... no esperaba menos de Ud... se avergüenza del sudor palmar

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  3. de lejitos divisamos nuestra presa de deseo, buscamos conexión o la evitamos (en algunos casos)para fundirnos en ese abrazo y al fin desnudarnos entre sudores varios mientras supura el tango

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