Justo antes de la pandemia había ido a la plaza. Volví el sábado pasado - en medio de estás circunstancias que hoy me hacen elegir Córdoba aún sin muchas ganas. Sin embargo, durante mi actividad de milonguera, me olvido bastante de lo que incomoda y entro en un trance de disfrute tan perfecto...
Me encanta estar en la Plaza San Martín , cerca de quienes no bailan. Me caen muy bien los perros callejeros - sobretodo los negros , que merodean y así como fundidos se desparraman en el medio de las baldosas entre tanto zapato gastado y esquivando algún taco aguja de color brillante ..
Me hace bien la amplitud , el cielo, las luces y el centro.
Amo las campanadas superpuestas entre algún tanguito viejo...y enchastrarme en un otro entre abrazos diversos ...
Y luego de varios milongueros , me encontré en varias tandas siendo elegida con gusto por el mismo: un muchacho pelilargo ,perfil bajo , con un combo hermoso entre intenso y calmo. Solo cruzamos palabra cuando me preguntó " de qué barrio" . No pudiendo responder algo tan concreto y en un breve silencio musical me habló algo del suyo : Villa El Libertador y, continuamos bailando...
Empecé a ir a bailar a la milonga de la plaza con mi primera hija en la panza, lista para salir al mundo , por septiembre del 2005. Extrañaba Buenos Aires como ahora y estaba entre cambios drásticos también como ahora.
Durante siete años las milongas cordobesas
(Tsunami y la plaza) fueron mi refugio. En una encontrando la calle misma , con menos exigencia a la hora de compartir un tango ; en la otra encontrándome mucho mucho más íntima , reservada y bastante más arisca y selectiva con ganas de estar entre ardor de tango no solo para bailar un rato.
Estaba hermosa la peatonal . Me crucé con un pichón de paloma y dos ratas inmensas...Todo mientras caminaba lento con un helado de frutilla a la crema y chocolate con almendras...
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Sábados de 21 a 01 aprox. ; Plaza San Martín - Córdoba Capital
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