Plaza las Heras es mi casa vieja . Sector que pise , mi pasado encuentra.
Y allí estuve: enamorada de mi luna de domingo, sentándome en el mismo banco donde con algún amor de antaño me he besado a ojos cerrados...
No había ido en calidad de milonguera pero me parece que el "ir" ya es como estar abierta.
Y , el usar barbijo es de pronto un elemento mas para las grietas . Entonces , me pasa que observo mucho más y, a no ser que me pierda por uno de esos abrazos que guarda mi memoria corporal , se me reduce el paisaje, haciendo foco en quienes de alguna manera están en la misma: con muchas de ganas de bailar pero cuidándose.
Y se me diluye la atracción por milongueros que se bailan todo y me encanta el tiempo de tomarnos tiempo...
No faltaron bajo la luna condimentos: "te hago la cruz" - me dijo uno de esos milongueros de perfil no muy bajo al darle una sutil muestra de rechazo . No faltó tampoco el deseado de la noche quien bailaba hermoso para mirarlo pero, mas de lo mismo: me hace ruido que bailen tanto tanto cual desesperados , transpirados...
Y en eso estaba cuando fue fácil encontrarnos. Tenía mas pinta de habitué de Paseo Alcorta que de milonguero.
Estaba también por fuerita de la pista y su barbijo, al igual que el mío se posaba sobre las pestañas inferiores de sus ojos ya rojizos. . Nunca antes de esta pandemia lo había visto y menos bailado. Tranquilo, sencillo. Tal vez no bailaba hace tanto - me di cuenta porque no reconocía algún que otro final de los tangos. Sin embargo, se sentía lindo, muy lindo volver al abrazo y a ese abrazo . El abrazo confiado y elegido de la noche en tres tandas con solo un dato intercambiado: un nombre ( el que por supuesto me lo guardo).
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