Como dos nada extraños...

lunes, 13 de enero de 2020

Adiós Corazón


Ya tenía visualizado al hombre a quien  deseaba abrazar en el último tango . Para mí estaba cantado .Es que justito lo tenía sentado  a mi derecha. Serio y silencioso sin cruzar palabra .Estaba lleno de gente.  Nuestras piernas se rozaban   en esa especie de pirca que da  a la vereda más bonita de Plaza Dorrego: 
la vereda del bar con balcón , de la  esquina de peli,  empedrada y amarillenta ,  las mesitas afuera ,  la juventud expuesta entre birras y risas en cómoda armonía .

Cómo es eso de que el domingo pueda ser día para suicidios?

Día para encuentros, para compartir un tinto , para abrazar el viento , para zarandear polleras que no están,  imaginando llenitas de flores con aroma a campo   tenerlas

La tanda de salsa se me hizo eterna . A veces bailo todos los ritmos. Anoche solo necesitaba tangos y desquitarme palpitando en esos últimos tangos de la noche  con   la fiebre de un  abrazo  de esos pocos y  atrevidos que se despliegan entre dulces y furiosos.

Y comenzó a sonar la última tanda...El de camisa celeste de mí lado , ese a quien esperaba entregada pero cautelosa,  se levantó ; se alejó un par de metros, volteó su cara desde bajo un árbol viejo  y me miró entre ganador y perverso e instante seguido invitó a otra muchacha - a esa con quien siempre  veo que baila.
Termine aceptando sin muchas  ganas aferrarme a  uno de esos milongueros - amigos que nunca faltan .  
Rara vez me abrazo a ojos abiertos .En "Adiós Corazón" no pude dejar de tenerlos así:  bien abiertos. No pude dejar de tantear su lugar en  la pista , su manera de abrazar...
Perdón amigo: por  mi abrazo a medias. Muy probablemente ni te diste cuenta. 
 No tendría que haber aceptado, a veces es más digno el aparente rechazo a desear a otro en un abrazo.   


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