Si te sentás a mi lado, y te escucho, participando con soltura de la genial conversación que se da, me invitás un trago y bebo entre risas y sin pudores, ni mejillas sonrojadas, ni manos transpiradas, después querés acompañarme a casa y te digo que no...no te sorprendas pebete: si estuve tan dada es porque precisamente ninguna incomodidad me pasaba...Y al menos en mi caso, la incomodidad es tan necesaria...
No hay comentarios:
Publicar un comentario