En Buenos Aires tampoco tengo donde caerme muerta pero como
no está en mi planes caerme ni morirme, allá vuelvo. Tal vez porque nací pa´yirar o pa´andar sin
tanta comodidad ( aunque tan cómoda tampoco creo he de estar ). No será fácil;
hasta costó la decisión pero, bastó la
imagen repetida de un milonguero yéndose
con otra y otra vez el desamor…Confieso
haber estado deslumbrada, haber deseado hombres que ni se me acercaron más que
en algún tango.
A los cordobeses- a
muchos los conocés tan fácil. Te muestran todo de entrada, te largan algún
chiste, un piropo, te piden teléfono, te invitan a ensayar, te acompañan hasta
la puerta de tu casa, se saben todo de vos y ni abriste la boca…Y, con todo
eso, no pasa nada ( o si pero , no significa nada mas que un rapto patético). En cambio, rondan otros: más
reservados, que al parecer se limitan a conocerte a través del abrazo que dura
el tango y ahí perdiste… Porque, si hay piel de por medio qué hacemos?. Por
suerte no hacemos nada y resguardamos la pasión pa’ volcarla en otro tango…Pero
sabemos- bien sabemos, que la milonga nos cuida para cortar precisamente cuando
termina la tanda, para ir amortiguando
en el final del tango los latidos de este corazón que, entre sollozos, grita tanto
amor.
A los dos hombres que tanto me perdieron , que aún en el
cansancio de mis noches hicieron que vaya a milonguear con la esperanza de
tenerlos pegados a mi pecho. A esos con quienes tanto silencio y encuentro nos
unió, les confieso mi amor y la certeza de saber que cada vez que vuelva saldré a buscarlos esperando nos envuelva desnudos el mismo abrazo, la misma pasión.
No hay comentarios:
Publicar un comentario