La esquina estaba tan linda. Un viento fresco se colaba entre mi escote y los faroles desplegaban franjas amarillentas en el aire. Una postal. Al llegar lo vi : un "señor milonguero" bajo el farol a quien tuve el placer de cabecear en mas de una oportunidad ( esto de elegir y romper códigos milongueros es tan atractivo...) . Luego ,cayó un morocho medio como corriendo con un ramilllete de Santa Ritas que había atado ingeniosamente con un hilito de los de envolver paquetes ( sisal se llaman?) y un mensajito entre medio del mismo (no pienso develar contenido) . Presencia femenina conocida y querida, con quien compartimos jornadas del TIC también pasó por la esquina, el milonguero salteño que se excusa tímiamente "hace mucho que no bailo" y que si pudiera estar por un instante abrazándose a él mismo se daría cuenta lo lindo que se siente...José, siempre ahí, acompañándome desde su tranquilidad y con quien también suelo bailar ( estar en la calle no solo me pone fácil sino que me da ímpetu pa´avanzar a todo muchacho) .
En un momento creí ver a mi psicóloga- con quien habré gastado tanta carilina entre el psicoanálisis . Es cierto que Córdoba es un pañuelo. Y es cierto que hoy no hay tanta lágrima que me haga necesitarlos ( aunque cómo lloré hoy a la siesta!- me estaba olvidando.)
Por suerte no pasó el pollo , sí el perro negro tan contento al que parece gustarle el tango.
También el chico que pinta bello sobre azulejos, con su guitarra fileteada...
Y la jornada callejera iba finalizando cuando pasaron unas pebetas cálidas y distendidas, quienes me preguntaron si podían sacarme una foto (gracias),
En un momento creí ver a mi psicóloga- con quien habré gastado tanta carilina entre el psicoanálisis . Es cierto que Córdoba es un pañuelo. Y es cierto que hoy no hay tanta lágrima que me haga necesitarlos ( aunque cómo lloré hoy a la siesta!- me estaba olvidando.)
Por suerte no pasó el pollo , sí el perro negro tan contento al que parece gustarle el tango.
También el chico que pinta bello sobre azulejos, con su guitarra fileteada...
Y la jornada callejera iba finalizando cuando pasaron unas pebetas cálidas y distendidas, quienes me preguntaron si podían sacarme una foto (gracias),
Creo sentirme identificado en el personaje del milonguero salteño. Aunque no soy salteño, más bien del noroeste cordobés. También cuando pinta bailo mi tanguito solo sin apuro y sin miradas. Volver al abrazo tibio y pasional del tango es algo que me alegro por completo la noche. Excelente y seguro seguiré estando alguna que otra noche porque aprovecho escuchar tango y darme el gusto de verte bailar (por qué no de bailarlo también?!?!).
ResponderEliminar